Hasta hace poco las personas tenían que asistir a entidades financieras para acceder a sus servicios. La digitalización de esos negocios, unida al Fintech, Insurtech y Regtech, quebró esa tendencia. Es más, la pandemia terminó de convencer a los que aún no lo creían o entendían, que los servicios financieros serán eminentemente digitales en adelante. Ahora bien, el cambio no es menor, ya que el principio fundamental se invirtió: Ahora los clientes no van a sus entidades financieras sino ellas a sus clientes, a través de aplicaciones y páginas web, en lo que llamamos hoy en día una aproximación “customer-centered”.
Ese cambio, brutal para quien no ofrezca un servicio amable y ágil de cara a su cliente, es el mayor transformador que ha visto el mundo financiero en décadas. Se acabaron las cartas en papel radicadas como queja ante la entidad financiera (y las respuestas 30 días hábiles después); ahora las quejas se ponen en redes sociales un sábado a las 9pm, y la respuesta debe venir inmediatamente a través de la misma red o un chatbot.
Se acabaron los contratos complejos y llenos de asteriscos y condiciones ventajosas; los contratos son ahora digitales y tan cortos como lo permitan unos pocos bullets que sean fácilmente leídos en un smartphone; y si hay una queja, volvemos al punto anterior… En Pronus sabemos que el proceso de atención al consumidor financiero es hoy tan o más importante que la gestión de riesgos del negocio, y que de la mano de la tecnología se vuelve una potente herramienta de crecimiento.